ORGANIZACIÓN
Y NECESIDAD EXPRESIVA
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Cualquier proyecto debe ser el resultado de una lectura analítica y lógica del
lugar, los accesos y la orientación, junto con la interpretación, en términos
funcionales, de las exigencias del edificio, pero también debe considerarse el
problema de la presencia, de la personalidad, de la forma. El funcionalismo no
es suficiente, un edificio conlleva una necesidad expresiva.
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Las formas de los espacios son variables y los diferentes modos de conjugar actividades,
circulaciones, etc., pueden ser casi infinitas. Pero, en la imaginación
comienza a nacer un proyecto sólo cuando las relaciones entre los espacios
parecen tener un esquema organizativo coherente, ya que un edificio es un
sistema de actividad organizado. La circulación es un factor esencial como
elemento organizador.
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Si un espacio puede ser imaginado como una masa sólida, determinada en su forma
y en sus dimensiones por las proporciones de un ambiente o de una función,
entonces se puede llegar a la solución arquitectónica de un proyecto a través
del estudio de las distintas maneras alternativas en que los diversos elementos
del programa pueden ser organizados plásticamente.
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Cada elemento y cada cuerpo deben ser significativos, pero es importante que,
en la composición final, se reconozca la jerarquía de los volúmenes más
importantes.
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Toda forma construida tiene un peso y unas propiedades de estabilidad e
inestabilidad que dependen de su forma, y es necesario hacer una agrupación de
funciones (y de cuerpos que las albergan) que sea estable. Sin duda, existe una
cualidad arquitectónica inherente a la composición de masas estables,
especialmente cuando son asimétricas.
James Stirling, “Escritos de Arquitectura”, 1998
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