lunes, 20 de abril de 2015

TEMA 57

EL ESPACIO COMO FORMA, EL ESPACIO COMO PERCEPCIÓN

. La casa debe funcionar como una máquina para vivir, según decía Le Corbusier, pero también debe funcionar en el sentido de favorecer emociones asociadas a las actividades que se desarrollan en sus espacios.
. La arquitectura recoge así una de sus responsabilidades fundamentales: la de la forma y la del efecto que ella produce sobre las personas.
. Además de las propiedades formales del espacio, determinados elementos marcan y dirigen nuestro movimiento, es decir, indican el movimiento del espacio. Las ventanas son uno de esos puntos que, por un lado,  dan luz, y permiten, a su vez, ver el panorama exterior. La dimensión de profundidad es una dimensión determinante de la visión espacial.
. La percepción del espacio implica corporalmente a la persona, nos sentimos implicados en una determinada orientación, en un determinado movimiento.
. Podemos distinguir dos tipos de movimientos que se producen en un espacio: los movimientos reales y los movimientos afectivos que el espacio despierta por su forma.   
. Antes de la ocupación del espacio por objetos que sirven para los diferentes usos, los elementos arquitectónicos estructuran el espacio, pues un espacio, por su forma, es una estructura de fuerzas visuales, y este espacio se reestructura por los objetos incorporados para el uso.
. Percibimos el espacio como diferentes capas que lo estructuran: 1. la forma, 2. los muros, puertas y ventanas … y 3. los muebles.
. En un espacio, es preciso distinguir dos aspectos, si bien dependen uno del otro: por una parte los muros (los límites) y sus propiedades –materiales, colores-, por otra el espacio mismo –dimensiones y proporciones.
. Pero, ¿cómo percibimos el espacio: percibimos la “nada” entre los muros, o percibimos los muros? La respuesta es que nosotros percibimos los muros, pero no por lo que son en sí mismos sino por lo que son para el espacio, por su papel en la configuración del espacio.
. Un espacio sirve para una función que -en la concepción funcionalista- determina su forma. Pero ella también determina la percepción de su forma.

Martin Steinmann: “De la percepción del espacio”. Revista Matières nº 9 (2008)





lunes, 13 de abril de 2015

TEMA 56

 LO CLARO Y LO SIMPLE

.  Al plantearme un proyecto, cada vez aprecio y busco más la claridad.
.  La busco tanto como siento una sensación de desagrado por lo simple.
. Sencillez y simpleza son cosas claramente opuestas, así como unidad y diversidad no lo son.
. La sencillez es el resultado del dominio y control de la complejidad y de las contradicciones que conlleva cualquier programa (utilizando los oportunos términos de Robert Venturi).
. Complejidad y contradicciones interiores –y también exteriores- que siempre existen cuando una nueva propuesta se confronta con aquello que le ha precedido y con lo que le rodea, asumiendo un destino no necesariamente previsible.
. Un proyecto debe buscar sus raíces en la fuerza de las transformaciones que exigen un programa y un lugar, en los conflictos y tensiones que configuran la realidad.
. En su continua transformación, las soluciones y las Imágenes que se van elaborando durante el proceso del proyecto deben ser claras en cada momento de dicho proceso.
. La claridad y la capacidad de satisfacer las necesidades de uso de la arquitectura dependen del compromiso con la complejidad y con el orden obtenido en  la disposición de los espacios. La  definición de éstos, su relación con los adyacentes, la precisión de sus límites, de las zonas y elementos de transición, es en esos aspectos donde pueden encontrarse múltiples posibilidades de indagación.
 . La claridad de la arquitectura surge inevitablemente de la claridad de las ideas.

 Álvaro Siza: “Siza. Scritti di architettura” (1997)