INNOVACIÓN
Y TRADICIÓN
. El
logro natural de la innovación es la tradición, con su ejemplaridad suscita la
continuidad y la perpetuidad. La originalidad es por su propia esencia
ejemplaridad, y así como la originalidad es el resultado de la innovación, de
la misma manera la ejemplaridad es el fundamento de la tradición.
. La
obra original ejerce la propia ejemplaridad solo en el seno de la actividad que
la retoma y continúa.
. La
ejemplaridad del modelo es una fuerza autónoma e independiente, pero actúa solo
como estímulo interior, como empuje, inspiración, seducción de la actividad que
ha sabido descubrirla y conquistarla; y esta actividad merece ser reconocida
como nueva y original, pues, en vez de someterse a esa ejemplaridad, toma la
actitud de aceptarla y
descubrirla, de asimilarla e interpretarla.
.
Podemos entender la tradición como una realidad viviente capaz de alterar el ritmo interior de una
actividad siempre nueva, una realidad destinada a innovarse y a cambiar.
. La
tradición como herencia que hay que conservar, legado del que hay que ser
merecedor, patrimonio del que sacar provecho y compromiso que hay que mantener.
. La
verdadera alternativa de la renovación artística no se da jamás entre conservación e innovación, sino
siempre entre la inercia del conformismo y la ruptura de la rebelión.
. No
hay que confundir los derechos de originalidad con las falsas rupturas. Es una falsa ruptura
la que mira a la novedad por la novedad, sin preocuparse de sustituir un nuevo
valor por el antiguo, es decir, de fundar una nueva tradición.
.
Podemos considerar que hay dos tipos de originalidad: la que se alcanza solo
interpretando y continuando una tradición, y la que se logra rompiendo con
ella.
. En
todo caso, la originalidad no puede ser jamás un programa, sino un resultado:
está siempre en condiciones de
manifestarse en cualquier situación, tanto en la continuidad y en la
reanudación como en las rupturas y en las vueltas a empezar.
Luigi Pareyson: “Conversaciones de estética”. 1966