domingo, 23 de noviembre de 2014

EL RITMO. ORGANIZACIÓN TEMPORAL DE LA SECUENCIA ÓPTICA.

. Organizar visualmente un espacio significa medir y relacionar los aspectos observables de las superficies y de los objetos que lo configuran: posición, forma, dirección, intervalo, tamaño, tono y saturación del color, materialidad, textura, etc., mediante la acción neuromuscular del ojo.
. Cuando el ojo trabaja, necesita tanto la acción como el reposo. El equilibrio de los componentes complementarios debe ser contemplado y reconocido.
. La proporción de acción y reposo –es decir, el ritmo- depende de la naturaleza de la actividad, del uso que se lleva a cabo en un espacio.
. La repetición ordenada o la sucesión regular de semejanzas o igualdades ópticas determinan el ritmo de la organización espacial y plástica.
. En consecuencia, para mantener la atención de la visión en un espacio (y por lo tanto en las superficies que lo definen), éste debe tener una estructura temporal de organización: un ritmo.
. El ritmo no puede ser percibido y experimentado, simplemente, como una sensación visual aislada, se configura mediante una sucesión ordenada que se desarrolla en el tiempo. Su significado y su importancia residen, precisamente, en ese hecho.
. Cuando se determina un patrón de medida que permite acentuaciones y pausas, se define una unidad dinámica, un orden que se vincula con el tiempo. Se crea, de este modo, un ritmo de las fuerzas plásticas; se siente una variación regular de los movimientos espaciales: dilatación, contracción, hacia arriba, hacia abajo, a la izquierda, a la derecha, adelante y atrás.
. El ritmo puede ser simple, pero también puede ser complejo, formado por dos o más patrones de medida que varíen correlativamente y existan simultáneamente.
. Los ritmos pueden corresponderse entre sí y amplificar su efecto o bien pueden oponerse entre sí, dando lugar a un nivel más complejo de configuración rítmica.
. La sincronización de la estructura temporal y espacial de la visión permite captar y modelar el espacio, así como la percepción dinámica de los objetos en el discurrir de los itinerarios.

                                          Gyorgy Kepes: “El lenguaje de la visión” (1969, or. 1944)


                                                                                    

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