EL DIBUJO COMO MANERA DE VER Y COMPRENDER
VER Y TRAZAR
Existe una enorme diferencia entre ver una cosa y
verla al dibujarla.
Se ven dos cosas completamente diferentes. Incluso
el objeto que nos sea más familiar se convierte en otro distinto cuando nos
ponemos a dibujarlo: en ese momento nos damos cuenta de que no sabíamos nada de
él, de que nunca lo habíamos visto de
verdad.
Los ojos hasta ese momento nos habían valido como intermediarios,
nos permitían hablar, pensar, despertaban nuestros sentimientos. Nos
embelesaban incluso, pero siempre mediante efectos o resonancias de su visión
que ocupaban el lugar del objeto.
Pero el dibujo de ese objeto le da a los ojos una
determinada orden que nuestra voluntad alimenta.
Por lo tanto, ahora hay que querer para ver. Se
produce una visión voluntaria.
No puedo dibujar un objeto sin una atención
voluntaria que transforma notablemente lo
que en principio creía que percibía y conocía bien.
Degas decía del dibujo que era la manera de ver la forma. “El dibujo no es la forma; es la manera
de ver la forma”.
“Degas Danza Dibujo”, Paul Valéry, 1938
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